Inteligencia Trascendental

El ser humano, alcanzando o no su llamada edad de la razón, en el encuentro de la vida social con otros seres sociales, y / o simplemente porque fue lanzado al mundo sin haber preguntado y / o sin saber el motivo ni el por qué, en un determinado momento de su existencia (en algunos casos antes, en otros más tarde) tiende a pasar por náuseas, asombro, miedos, temblores y / o angustias existenciales, donde todos o casi todos sus valores esenciales se pondrán en cheque, siendo responsable o no de las roturas, dejándole con sólo tres posibilidades. Tratando de volver, lo antes posible, después del estado de caos sufrido, a ser él mismo, el de siempre, sin buscar hacer cambios esenciales en sí mismo; Devenir patológico, es decir, comenzar a ser considerado como alguien que por grandes problemas existenciales perdió la razón, no pudo reorganizarse mentalmente y / o volver a sí mismo; o, de otra forma cualitativa: Trascender: construir nuevos significados para la propia existencia, haciéndola mejor y / o más significativa de lo que era o había sido hasta entonces, es decir, antes de pasar por estados de náuseas, angustia, profunda tristeza, muchas veces provocados por por ejemplo, debido a pérdidas socio-afectivas y económicas, enfermedades, pérdida de familiares, fallecimiento de seres queridos, etc. En el primero, el ser no evoluciona: "quiere volver a ser él mismo"; "Quiero seguir siendo lo mismo de siempre"; "Quiere volver a su vida" supuestamente normal "lo antes posible, como si en realidad no le hubiera pasado nada grave, es decir, deseando olvidarse de inmediato de todo lo trágico que vivió.
En el segundo, el ser pierde el logos, la razón, encarcelado patológicamente ahora en un mundo inmerso en el caos y, sin fuerzas para luchar, para levantarse, para superarse, "abdica de la tarea de vivir"; "Abdica de la búsqueda de la resolución de sus problemas existenciales más profundos" y, por defecto, fuera de su conciencia y / o de su capacidad para superarlo, "opta" por el "auto-abandono". En la tercera, a diferencia de las otras dos posibilidades trágicas, el ser desarrolla la capacidad de trascendencia o la llamada inteligencia trascendental: comienza a querer crear y / o dar sentido a su propia existencia, a la realidad en la que vive, buscando transformarlo transformándolo a sí mismo, es decir, buscando renovarlo a través de la búsqueda de la renovación de su propia comprensión de lo que vale o no vivir. Es decir, elegir para sí solo valores que, ahora, pueden ser realmente dignos de su existencia.